Alta Fidelidad

martes, junio 21, 2005

Al final de todo no somos absulatemente nada. Somos simplemente motas de polvo en un mundo infestado de basura. Nos creemos grandes, queremos hacer grandes cosas pero en el fondo da igual. Un simple empujón y volvemos al caldo primigenio del que salimos con dolor y de manera burda.

Mi tia se muere. Dan igual las palabras de los médicos o la rétorica que endulza nuestra literatura. Una simple operación rutinaria se ha convertido en el oráculo de su muerte. El cancer se la come por dentro sin solución y entre horrible agonía. Que más da que halla gentuza por ahí que haga lo que haga sobrevive. Que tonteria. Para eso están las buenas personas como ella. No necesitan un motivo importante para ser arrancadas de este mundo.

Es terrible. Pero es cierto que no te das cuenta de lo que tienes hasta que sabes que puedes perderlo. Es tan cierto que en estos momentos me duele. Me duele el no haber pasado más tiempo con ella del hubiera podido pasar. Me duele el saber que quizás la próxima vez que la vea ella no pueda responderme. Me duele porque mi tio y mis primos no se lo merecen. Y me duele por ella. Porque coño, no es justo.

Hacía mucho tiempo que no recordaba mi primigenio miedo a la muerte. Y mirale por donde asoma su cabeza por mi puerta esperando a que yo me duerma. Me siento terriblemente triste. Y mis lágrimas luchan por salir, aunque en mi eso es difícil.

Maldita sea mi suerte
Los Suaves